De todos los pájaros que oigo entonar,
uno sube el timbre de su trino duro.
Redobla doliente nostalgia.
Oye con el dejo triste de los solos
el convoy perdido en la oscura tarde.
De a ratos se ahoga en su queja.
Entre nubes frías, el cielo insensible
se niega a escuchar el dolor a gritos.
Irradian sus ojos angustia.
El ave y su pena deciden partir
en la singladura del nocturno viento.
La noche es un mar de naufragios.
Autor: Óscar Distéfano
El doliente canto de este pájaro va más allá del canto de los pájaros, apreciado Óscar, desvelando en magníficos versos sensibilidad e inspiración, dos aditamentos que todo amante de la poesía desearía poseer. Mi sincero aplauso.
ResponderEliminarUn gran abrazo, amigo.
Felipe.
Gracias, Felipe, por tus palabras. Es un honor ser leído y comentado por ti.
ResponderEliminarUn abrazo.
Óscar