Un revuelo de pétalos de nieve
eclipsa una silueta en mis alares
requiriendo su fruto.
La veía mirar desde la cima
como si fuera un dios sobre el crepúsculo.
La veía mirar y, sin embargo,
su mirada era en ella
entre azar y destino.
Mis manos eran seda en la blancura
de su simiente oblicua.
Cuando el fruto quebró,
de su seno alzó el vuelo
la lava de un volcán hecho paloma,
y ella tiñó los ojos de amarillo.
Autor: Felipe Fuentes García
(*) Del libro Evidencias del paisaje
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