Algarabía de la luz contra el estéril
bordón de las campanas incendiadas de agosto.
He venido al cobijo que alimenta
este clamor de pájaros.
Como súbito fondo del sendero
una línea imprecisa marca el límite
o acabamiento del fulgor sobre la sombra.
Arden los campos.
Puedo ver bajo el ocre
un seno de quietud, su sofocado poso.
La luz es de poniente, denso el aire.
Y quiero retornar,
abandonarme a la secreta
ladera florecida de otro canto.
Autor: Felipe Fuentes García
(*) Del libro Fragmentos de una búsqueda
Resulta placentero pasear por este seno de quietud que acompañas con clamor de pájaros, Felipe.
ResponderEliminarEs enriquecedoe leerte y disfrutar tu poesía mientras florece el crepúsculo en tu canto.
Un abrazo grande
Manuel
Te agradezco tu comentario, Manuel. Tus palabras desvelan el gran pájaro azul que te late dentro.
ResponderEliminarRecibe un gran abrazo.
Felipe.