un ave que se aleja niebla adentro.
Y asisto a su agonía, a su anunciada
disolución en el rigor del aire,
a la voz encumbrada de su muerte.
Queda un hueco en el alma y la esperanza
tiene el frío mojado de un invierno
vacío. Mas el mundo se sucede:
la niebla se levanta lentamente,
como un telón, hasta un azul desnudo.
Y aquel ave, de súbito, regresa,
recompone cenizas, toma forma
(aún guarda el sudor en su plumaje).
Sus ojos, muy abiertos, son de nieve.
Yo sé que me preguntan en silencio
quién es, quién era aquél que un día,
con voz de mansedumbre, cara al cielo,
alargaba su mano de mendigo
hacia la mies del tiempo, como un surco.
Autor: Felipe Fuentes García
(*) Del libro Reflujo
Hola Felipe, tienes el lenguaje que amo leer, usas con honor, el don de la palabra. He leido varios de tus poemas y volveré para saber mas de ti, de tus inspiraciones. Un abrazo desde Argentina.
ResponderEliminarGracias, Laura. Eres muy amable. Te agradezco mucho tu comentario. Recibe un cordial saludo.
ResponderEliminarFelipe.