En el revuelo de las aves negras
el viento desleía como un ácido
la tierra desasida.
Y yo, oculto,
aún duraba
en el fragor aquel, a campo abierto,
sin saber todavía qué camino
llevaba al encumbrado norte de la noche
o a la deriva extrema de la luz.
«El llanto del amor —me dije— clama ahora
en el enorme pájaro celeste
que, herido, se desploma de la tarde».
Porque al fin comprendía
que era yo el que caía en aquel pájaro.
Autor: Felipe Fuentes García
(*) Del libro Íntimo extremo
qué maravilla, Felipe.
ResponderEliminarUn abrazo de siempre admirativo.
Te dejo un poema que de seguro admiras de José Ángel Valente:
ResponderEliminarXXV
La aparición del pájaro que vuela
y vuelve y que se posa
sobre tu pecho y te reduce a grano,
a grumo, a gota cereal, el pájaro
que vuela dentro
de ti, mientras te vas haciendo
de sola transparencia
de sola luz,
de tu sola materia, cuerpo
bebido por el pájaro.
En El fulgor. 1.984
Gracias por el poema de Valente. Tienes razón, lo había leído bastantes veces desde que cayó en mis manos El fulgor. En el libro hay ciertas transliteraciones de textos de san Juan de la Cruz, como ésta:
ResponderEliminar"...
Ibas, que voy
de vuelo, apártalos, volando...",
en el poema XXX.
Hice, en su día, un pequeño compendio de ellas aquí: http://www.canal-literatura.com/BLOG/?p=132
En fin, te agradezco tu nuevo paso por el blog.
Recibe un gran abrazo, amigo.
Felipe.